|
|
A mi querida sobrina Juana Mari,
que se empeña en conocer a mi madre antes que yo..
A mis hijos y nietos,
para que aprendan a valorar lo que tienen y otros no pudieron tener.
A mis cercanos primos y sobrinos en Lima,
de los que sólo me separa el Atlántico pero lo suple el amor.
Para los que quieran conocer algo más de nuestros orígenes familiares y vean
que la familia quedará incompleta si falta la madre.
Mi agradecimiento a quienes me han ayudado de alguna manera, con fechas y datos, por su amabilidad y pidiendo perdón si alguien se siente ofendido.
|
**********
En varias ocasiones he comenzado este relato con la intención de informar a los que me siguen y tengan curiosidad por conocer la vida de nuestros antepasados, pero sobre todo me interesa conocer y recordar, tratar de adivinar como fue la vida de mi madre, en Lima donde nació y en España donde murió. Estudiar en la medida de los posible, la figura de mama a quien no pude conocer porque se nos fue muy pronto.
En mis numerosos viajes a Perú he tenido la ocasión de conocer “in situ”, donde ella paso su niñez y primera juventud. La ayuda inestimable mientas Tía Teresa (hermana pequeña de mama), y demás personas que allí me prestaron su ayuda dejaron en mi una curiosidad y afecto de imborrable memoria.
Pero sobre todo quiero analizar el efecto que produjo su muerte temprana dejando a tanto hijo pequeño (Ursula, la mayor, solo tenia catorce años). Las circunstancias en las que se produjo el óbito tan lejos de su país y de los suyos y difíciles años vividos en España.
Un humilde homenaje a esa madre generosa, abnegada y buena que en plena juventud vio sesgada su vida, esa mujer maravillosa llamada Juana.
La triste o feliz coincidencia, cuando definitivamente me pongo a esta maravillosa tarea recogiendo datos, documentos y últimos recuerdos de los hermanos mayores antes de que la memoria se pierda definitivamente, otra Juana, de la tercera generación y la única que hasta la fecha se ha decidido a conocer la tierra y familia de su abuela.
En pocos meses, sin haberla olvidado todavía, se nos va también dejando la mitad de su vida por vivir y la ausencia para cuantos la conocimos y tuvimos la suerte de estar últimamente con ella.
Reflexiono ahora estas coincidencias y no puedo discernir los sentimientos que producen la ausencia de personas tan queridas.
La marcha de maña el 19 de Marzo de 1944, el vacio que físicamente dejo la ausencia de afecto, la falta de caricias y besos, de ese amor de madre en niños tan pequeños seria difícil de superar.
La idea también de una joven Juanita, todavía mantiene la herida abierta de muchos de nosotros, El tiempo mitigara esa cicatriz que ahora tenemos tan fresca; para sus padres de corazón seguirá descarnado para siempre.
¿Cómo puede medirse el dolor de las ausencias de las distintas Juanas?.
“EN EL MOMENTO DE LA MUERTE, NO SE NOS JUZGARA POR LA CANTIDAD DE TRABAJO QUE HAYAMOS HECHO, SINO POR EL PESO DE AMOR QUE HAYAMOS
PUESTO EN NUESTRO TRABAJO”.
TERESA DE CALCUTA |
AMOR Y VIDA
“Solo el amor puede ayudar a vivir”;
Oscar Wilde
Tengo en las manos un grito que resuena esperanza, recuerdo y amor, un grito desesperado y doloroso de muerte que condiciona y determina la vida de su autora. A través del arte literario ha conseguido sintetizar, esperanza y desesperación, amor y frustración como contenido esencial de la obra, por encima de lo anecdótico o formal. Sigue leyendo y encontrarás en la narración un espíritu excepcional en los tiempos que vivimos (donde el ego obstaculiza la amable visión de la naturaleza y la vida del hombre), pero en el que, la autora, lo sobrepone y vence el dilema agarrada fuertemente al amor y a la caridad pintando un cuadro de esperanza aun después de la muerte.
Como decía Ortega y Gasset: “el amor es creación”. Los personajes que motivaron este libro condicionan la vida de Carmen, su padre y madre (a los que apenas conoció), su sobrina en el Hospital, sus parientes peruanos (en los que ha encontrado lo que le niegan los cercanos: el amor) que paradójicamente, más lejanos y más distantes, han conformado una personalidad que consiste básicamente en dar como signo de su vida. Como decía Henri Bataille: “el amor es el refugio de la soledad”.
El libro por tanto está cuajado de recuerdos que nos trae a la presencia para llenar soledad que le garantizan los más cercanos.
Desde muy niña, una educación radical la conformó una forma de estar y sentir que le ha servido para vencer y superar los grandes obstáculos que, en su contagioso caminar, dando y sirviendo, le han puesto en la vida.
El libro es una narración autobiográfica realizada a quienes o están lejanos o han desaparecido de su vida y los trae a la presencia escrita para que permanezcan en el tiempo. Y es que como decía Ramón Llull: “el amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere en el olvido”.
La autora ha querido, con acierto literario y conceptual, ofrecernos ese “recuerdo” de sus seres queridos para que no se olvide su paso por la vida y que si bien a ella le conformaron el sentido profundo del amor, nos sirva a los demás como ejemplo permanente en esta sociedad, de que sin él difícilmente se puede vivir ya que solo el amor nos ayuda y da sentido a nuestras vidas.
Eros |
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
No hay árbol que el viento no haya sacudido
Proverbio hindú
Tengo enfrente de mi vista dos hojas de papel, blancas ahora de color, pero prestas para ser recorridas por el espíritu y la fuerza poderosa de las letras, de las palabras. De alguna manera la vida también discurre por senderos blancos que tornan en claroscuros, en melodrama, en risas y llantos, en alegrías y tristezas. La vida misma.
Si de alguna manera escribir es vivir, Carmen Rosa, escribe y vive. En esta ocasión (y como en tantas otras que he tenido oportunidad de conocer) no lo hace para sí misma, sino para los demás. Para quien no conoció y ahora conoce (su madre), sabiendo que los recuerdos de ella y la reconstrucción de su azarosa vida le suponen un reto, y para quien sí conoció y ahora recuerda (su sobrina), asumiendo que el recuerdo es una forma de perpetuar la memoria de quienes siguen formando parte de su historia, en la que tienen cabida muchas otras personas que guarda en su “patrimonio sentimental” y sobre las que seguro podría relatar páginas y páginas de impresiones y sensaciones personales, asunto éste que aprovecho para, encarecidamente, animarle a que lo haga, a fin de que podamos celebrar la aparición de libros tan íntimos en su vida como el que ahora está en nuestras manos.
La historia que narra Carmen Rosa no es ficticia, tiene la crudeza de la realidad y así tenemos que aceptarla. Nuestra amiga escritora (y valoro más el primer adjetivo que el segundo), con su particular estilo, nos completa un relato decoroso de lo que plumas expertas en literatura han llamado “análisis del feminismo a través del realismo mágico que se caracteriza en la cultura hispanoamericana (Isabel Allende). No está mal para empezar….
Pero tenemos que ser honestos con nuestra autora amiga y matizar lo expuesto, aún cuando cada lector al final del libro saque sus propias conclusiones: no estamos ante literatura feminista, pues se comprueba a lo largo de la obra cuanto peso y poso deja la figura paterna en Carmen Rosa; no puede hablarse totalmente de realismo puesto que la parte de memorias maternas se construye en base a recuerdos (a veces bastante lejanos y difusos, cuando no transmitidos por testimonios de quien probablemente lo cuenten a su manera); tampoco se destila magia, al menos en el sentido fascinante y encantador del término.
Bueno será indicar, por otra parte, que sí estamos ante un libro de cultura hispanoamericana, ante un nudo enlazador de cabos que nunca Carmen Rosa entendió que estaban sueltos, sino más bien unidos y entrelazados en su andadura vital: Lima se une con Beas de Segura, su sobrina sufre la desgracia temprana de su madre, todo lo narrado nos deja la sensación de volver a empezar, de apostar decididamente por la esperanza por dolor antes que desesperanza de amor.
Insisto en la idea circular de terminar donde se empieza a empezar donde se termina. Y en el término medio se encuentra Carmen Rosa y por eso ha tenido la satisfacción de poder expresar y liberar parte de lo que callaba y ya no hace, de servir de enlace entre dos mujeres de su entorno, de su vida. Del cordón umbilical espiritual de su madre ha querido trenzar una cinta hacia su sobrina, de igual manera que sigue en la tarea de trenzar cordeles para que el contacto con otras personas sea testimonio de que vive. Y escribe
¿Ánimo , Carmen Rosa!.
Albacete, siendo las 0:36 horas del 8 de octubre de 2010
PACO JIMENO |
Comienzo esta especie de diario en circunstancias muy difíciles.
Estoy en Madrid, es 30 de Julio de 2008 y como Isabel Allende en otro tiempo, ahora yo me encuentro sumida en esa vorágine de gente y acontecimientos que te rodean y hacen girar todo lo que era tu vida, tus planes, tus proyectos y estoy aquí en un hospital para acompañar a mi sobrina Juana Mari, a quien han diagnosticado una enfermedad con malos presagios; pero más que acompañarle a ella, con quien últimamente tenía conexión más estrecha por nuestros viajes a Perú, conocimiento de lugares y personas comunes y organización de reuniones familiares en el Cortijo – Finca que el abuelo Félix Martínez Ibáñez dejó como herencia a mi padre en Beas del Segura (Jaén) y que actualmente pertenece a mi hermano Félix José (padre de Juana Mari), y en Madrid cuando la familia peruana vino o quisimos conectar con ellos vía video-conferencia.
¡Qué ajenos estábamos entonces de imaginar las circunstancias de ahora!...
Y decía, que más que acompañar a ella, que me consta se alegró cuando vio aparecer a la “tita” (como ella me dice), mitigar el dolor de sus padres y sobre todo de su madre, desesperada ante el mazazo que supone recibir la noticia de que tu hija está enferma y no tiene solución; sus dos hermanos, su hermana junto con sus cuñados y su pareja, son una piña unida y dolorida ante la noticia así como el resto de la familia que va enterándose poco a poco y que ahora está pendiente de su salud.
Mis proyectos al terminar el curso, eran haber pasado en el “cortijo” con mis hermanos unos días para descansar y tener tiempo para poder escribir, pero tomé la decisión de cambiar el destino y estar donde creo que hago falta, he renunciado a la playa, cortijo, Sevilla… y aquí estoy.
Aprovecharé para ir escribiendo el día a día de los acontecimientos.
No sé si por casualidad, mi hijo me había regalado un libro que en estos días me sirve de entretenimiento y lectura: “LAS PALABRAS QUE
CURAN” de Alex Rovira, y muchos de sus párrafos me están enseñando;en uno de ellos leo:
“Frente a la crisis, el dolor, el revés, la injusticia, la desesperación o la pérdida, tenemos el bálsamo de la ternura, la paciencia la voluntad, la entrega, la generosidad, el coraje y otras tantas actitudes que podemos elegir para seguir andando”.
No nos podemos parar a contemplarnos.
¡Ánimos y a por el día de hoy!
¡SUERTE JUANA MARI!
|
Día 31 de Julio
Querida Juana Mari: Ayer pasaste otro mal día. No sé de todo el tiempo que llevas en los dos hospitales (Infanta Leonor y Gregorio Marañón), cual habrá sido peor, sólo tú lo sabes.
La sonda naso-gástrica había tenido alguna dificultad para entrar en su destino y no estabas bien cuando tu madre y yo hemos llegado. Nos ha dicho tu hermana que te ha visto llorar como nunca lo habías hecho desde que comenzaste con esto. No te importe llorar, no es malo y además comprensible.
Cuando estaba allí sentada en tu habitación y te veía agarrada a la mano de tu madre se me ocurrió escribirte esto:
Lo que queda de mi vida te daría,
de mi vida ya quemada cual rastrojo
por ver en tus ojos primaveras
por oírte reír, por disfrutar sin freno
con el ímpetu de madurez serena.
Por la alegría que esparces a los tuyos
a los tuyos que ahora sufren silenciosos
queriendo como yo
cambiar este horrible desatino,
este absurdo, este injusto sufrimiento
sin poder, sin saber,
sin llegar a comprenderlo.
Dentro de un rato estaremos contigo tu madre y yo, parece que la noche ha sido más tranquila, pero, ¿qué piensas tú de todo esto?, porque tú sabes tu gravedad o la intuyes y cuando pareces dormida, ¿lo estás realmente, o estás dando vueltas en tu interior? Es tan difícil encontrar una explicación que solo logra conmocionar a los que te conocemos y rodeamos…
¡Ojalá el día sea mejor, puedas tomar algún alimento y te fortalezcas un poco! Eso deseo.
¡SUERTE JUANA MARI!
NOTA: Estas anotaciones las hago indistintamente desde la casa de tu madre, antes o después de estar contigo y otras veces en el mismo Hospital Gregorio Marañón donde tú estás.
|
Día 1 de Agosto.
¡Vaya día de ayer, Juana Mari!
Salimos de casa más temprano tu madre y yo deseando verte un día más y ansiosas por saber cómo habías pasado la noche. Te encontramos sentadita en el sillón, con tu pelito mojado, tu amarilla palidez y esa mirada que se te escapa sin querer cada día que pasa. Tiritabas, y el frío de la habitación parecía más intenso. Te habías duchado… y tu débil cuerpo no reaccionaba, nos pediste que te acostáramos y nos miraste suplicando que te hiciéramos caso. Así lo hicimos, con mucho cuidado porque tu frágil cuerpo parece que se nos quiere romper; pero no, ¡tienes que aguantar, sé fuerte!
Al ratito te bajaron a “rayos” para terminar de colocarte el tubo naso-gástrico, creo que se llama así, porque aquí hay que aprender muchos términos (“vías”, “tac”, “resonancias”, “analíticas”, etc., etc.…), pero sobre todo a acompañarte a ti que eres la enferma, y luego a tu madre que está enferma del alma y no se puede venir abajo. Los ratos que estoy contigo medito en lo injusta que es la vida con algunas personas. Ahora sólo me preocupa que sufras, que tengas dolores, que tus molestias, que son muchas, desaparezcan, que los fantasmas que a veces rondan tu cama se espanten porque estamos nosotros contigo, tu madre y yo, otras veces tu hermana, tus hermanos, tu padre, Paco, todos físicamente y cada uno de los familiares desde su casa. Somos muchos para luchar por ti.
A ratos, me recorro los pasillos del Hospital y me doy cuenta que no sólo nosotros tenemos una enferma, hay otros casos peores… pero tú eres nuestra enferma y tan joven… Ahora comenzamos otro día, ¡ojalá estés mejorcita!
¡SUERTE JUANA MARI!
|
Día 2 de Agosto.
¡Qué alegría nos diste ayer a todos al verte tan animada! El poco alimento energético que consigue llegar a tu estómago ha obrado el milagro. Has hablado con todos los que hemos estado contigo y ficticiamente nos has llenado de optimismo. ¡Si estuviera la solución en los batidos y los purés que empiezas a tomar!, pero yo sé, y algunos también, que el diagnóstico que ha dado la doctora no es optimista; tendremos que luchar entre todos para que la nueva etapa te sea favorable pero sobre todo no te haga sufrir, por ti y por los que te rodeamos sin descanso. Me apena enormemente ver a tu madre como se agarra a tu mano desesperadamente, no sólo a tu mano sino a cualquier indicio de mejoría. Tú no has sido madre pero sé que me comprenderás y más a tu madre para quien has sido su alegría, su sustento, su defensa, su compañía y consuelo en circunstancias que tú sabes y que una mujer ahora no toleraría.
Hasta luego, un beso.
¡ÁNIMO Y SUERTE, JUANA MARI! |
Día 4 de Agosto.
Querida Juana Mari: Ayer no pude escribir, un imprevisto en la salud de tu hermana nos hizo adelantar nuestra ida al Hospital para acompañarte. Un problema menor que con el estado de tensión que todos tenemos es fácil que se repita. Lo importante es que tú estés más animada, lo poquito que vas comiendo junto con el tratamiento, la dedicación de los tuyos y las oraciones te ayuden algo.
Me alegra oír tu voz con buen tono, (ese tono inconfundible en tu forma de decir), y manteniendo conversación con unos y otros, y hasta fuiste capaz de dar un paseíto como te había recomendado el médico. Así vamos pasando los días que para entretener a tu madre y hacer todo menos penoso alternamos con anécdotas de todo tipo que ocurren en estos sitios.
Mañana tienen prevista los médicos una reunión con tus hermanos. Creo que la primera parte de tu tratamiento ha terminado y ahora verán si conviene comenzar con las sesiones de “quimioterapia” o “radio”. Ambos tratamientos necesitan una preparación psicológica personal y familiar. Que todo sea por tu bien.
¡ÁNIMO Y SUERTE JUANA MARI!
|
Día 7 de Agosto.
Querida Juana Mari: Hoy es ya 7 de Agosto, hace varios días que no “conversamos” de este modo tan singular como suelo hacerlo por la mañana. Se han complicado las cosas y hay que dar preferencia también a los que me necesitan.
Estoy ahora sentada aquí frente a ti en la habitación al fondo del pasillo de la sexta planta del Hospital Gregorio Marañón. Reza en la cabecera de tu cama el número 6107. Hace ya rato que llegamos y observo la intensa actividad del personal que trabaja por la mañana: desayunos, aseo personal, medicaciones, limpieza; y hoy has tenido la visita del psicólogo. Nos has presentado a los que en ese momento estábamos contigo: tu padre, tu madre, tu “tita” – (-la mandona- ha dicho él). Señor de unos cincuenta años con aspecto desaliñado, rala cabellera y desenfadadamente despistado. Nos ha comentado que ha venido varias veces para charlar contigo, pero estabas en la ducha.
- “No suelo insistir tanto para ver a una mujer” – ha dicho como gracia para suavizar la situación.
Los tres nos hemos salido de la habitación para que pudieseis hablar a solas y por lo menos media hora ha durado la perorata. Sólo tú sabes lo que habéis hablado.
Él nos ha informado con esta frase:
- “Tiene “cuajo” la Juana, eh?” – (Estoy de acuerdo con él porque desde el principio has sido informada de toda la verdad).
Estamos en la fase, después de la reunión de los médicos para contarles y contarte los pasos a seguir según la evolución de tu enfermedad, de la colaboración de todos, una labor de equipo y de fuerza de los que te rodeamos para ayudarte en lo que esté en nuestra mano. Yo lo voy a hacer y ¿sabes como? ¿Te acuerdas que hablamos el día de tu santo y te conté que tenía el proyecto de irme al “cortijo” unos días para acompañar a tus padres y tener el tiempo y ambiente necesarios para escribir algo sobre tu abuela JUANA (como tú, o mejor tú como ella)? Voy a aprovechar esta maravillosa y la vez penosa ocasión y te la voy a contar a ti.
Todo lo que escriba o cuente, tú sabes que no es inventado, como si fuera el argumento de una novela, fue, y ha sido el desarrollo de los acontecimientos.
Unas cosas las he recogido de lo que mis hermanos mayores me han contado, alguna que otra persona que tuvo la suerte de conocerla y que aún vive y de la familia que aún tenemos en Lima (Perú) y que tú conoces porque has sido la única sobrina de la generación de jóvenes que hasta ahora ha “cruzado el charco” con la inquietud de conocer y saber de la familia tan lejana y a la vez tan cerca.
|
JUANA ORELLANA CUEVA
CHINCHA Y HACIENDA SAN JOSÉ
<<En algún libro sobre la conquista de los españoles de esas tierras se informa que fue Diego de Almagro en 1537 el que instituyó la ciudad que llamó Villa de Almagro y más tarde fue Álvaro Ponce de León quien fundó la actual CHINCHA bajo la advocación de Santo Domingo.
Situada al Sur de Perú junto a la costa meridional a la que actualmente se llega por la autopista Pana – Americana que cruza el Perú de Norte a Sur.
En los siglos XVII y XVIII la región de CHINCHA fue el asiento de numerosas haciendas en las que sus trabajadores eran esclavos africanos que con “sus manos” contribuyeron al crecimiento de la producción y su influencia en la cultura, folclore y el color negro de su raza, que dejaron como herencia. La economía florecía gracias a las minas de plata y mercurio asentadas en esa región.
A mitad del siglo XIX, se produce un nuevo crecimiento económico gracias a la producción del guano, un fertilizante que era exportado a Europa y Estados Unidos alcanzando su precio más alto, lo que permitió una gran entrada de dinero que originó el crecimiento y modernización agrícola, comercial e industrial.
La construcción de la HACIENDA SAN JOSÉ se produce a principios del siglo XVII primero por la Compañía de Jesús hasta ser expulsada y más tarde en el siglo XIX, llegaría de España JOSÉ CILLÓNIZ para abrir las primeras fábricas de tabaco y algodón instalándose definitivamente. >>
Como te contaba, la abuela JUANA AUREA, nació en CHINCHA en el año 1905, era la mayor de seis hermanos nacidos de Abelardo y Dolores.
La primera vez que fui a Lima, los primos organizaron una excursión familiar para conocer los lugares más cercanos a mi madre y entonces, que vivía tía Teresa (hermana menor de tu abuela), tampoco había vuelto a visitar desde los años de su juventud que fueron los que vivieron allí. Viajamos allí en tres coches o “carros”, como sabes le dicen allí, varios primos de los Orellana y los Ortiz (Guillermo) para acompañarnos a la tía Tere y a mí. Fueron unas horas tan emocionantes para todos que difícilmente podremos olvidar.
Entrada de la Hacienda San José. Nani, (arriba en el centro), Ani (drcha),
Teresita (izda). Abajo Carmen Rosa entre Blanca y Alfredo.
|
CHINCHA es una ciudad árida y destartalada como tantas otras que hemos conocido en ese país, sus casas de colores variados o sin enlucir, de una sola planta (por los sismos), se entrecruzan formando estrechas calles que se centralizan en su Plaza de Armas, (nuestras Plaza Mayor).
La Iglesia Parroquial, la Policía, la Municipalidad (Ayuntamiento), alguna que otra casona de rango superior y algún que otro bareto, rodean la plaza en cuyo centro hay un jardín con algunas plantas polvorientas y resecas. Algunas mujeres ataviadas con sus trajes típicos de la región con sus “cholitos” colgados a la espalda o enganchados a su pecho, merodeaban por la plaza vendiendo los productos de sus campos y algún tullido exhibía indecentemente sus defectos para causar lástima y recoger alguna moneda.
Como recordarás bien porque tú has viajado por allí el color de su cielo es de un tono gris plomizo (panza de burra), sólo cuando te alejas de la capital aparecen sus arenales inmensos con peligro de desmoronarse y unos kilómetros más allá el contraste del paisaje selvático y fértil y su cielo cambia de color. En CHINCHA el cielo es azul.
-A unos diez kilómetros de CHINCHA, se encuentra la Hacienda San José.
Un gran portón y un camino polvoriento es la antesala de la Hacienda. Se conservan allí todavía algunas carretas que se utilizaron para los trabajos de la tierra, y sus patios que rodean la casa están cubiertos de buganvillas.
A la Casa – Hacienda que es de una construcción antigua y amplia, se asciende por una escalera de cerámica roja que conduce a una gran galería con arcos y pavimento de roja cerámica y protegida por una baranda de madera.
Grandes sofás y butacas de madera amueblan estas estancias y una gran mesa de billar. Todo es grande y espacioso. En los bajos de estas galerías se conservan cuartos oscuros, que nos comentaban los lugareños se unían entre sí formando galerías subterráneas laberínticas que conducían hasta la costa o comunicaban con otras haciendas y que servían para transportar valiosas mercancías y sacarlas del país.
Se conservan aún estrechos habitáculos co n cepos y grilletes donde se castigaba a los esclavos que eran conflictivos o no cumplían con sus obligaciones laborales al gusto de los señores.
En el centro de la casa un patio cuadrangular con una fuente de piedra en la que crece en su interior un “ponciano”, y dos tortugas viejas y resecas que se afanan en sobrevivir.
A su alrededor, un porche corrido con mobiliario que invita al descanso, al “traguito” y “piqueo”, que sabes es una costumbre muy practicada allí.
Tía Teresa, la hermana pequeña de la abuela, una mujer de estatura bajita, con tez morena y pelo oscuro y crespo, hablaba muy deprisa (algunos de la familia han sacado esta herencia), y su emoción, contenida porque no había vuelto a la Hacienda desde los años veintinueve o treinta que se habían trasladado a vivir al Callao en Lima, era la que me enseñaba todo y me iba contando.
En un lateral del patio central se abría una maciza puerta de madera que conducía a una gran cocina donde diez o doce señoras andaban afanadas en sus tareas.
Al entrar en la cocina con tía Teresa me vi trasladada a un escenario de películas, como la de “Lo que el viento se llevó” o “Esclava libre” (tiempos de esclavitud).
Las señoras vestían largas faldas hasta los pies y cubrían sus cabezas con pañuelos blancos atados con un nudo en su parte superior, algunas eran jóvenes, otras de edad mediana.
Me llamó la atención una de ellas por el volumen de su cuerpo, su tez oscura como el carbón y entrada en años.
A ella, se acercó la tía para hablar con ella; pocos detalles le dio y le bastaron para recordar enseguida al “boticario” y su familia y sobre todo de un famoso “gringo”, conocido por todos los habitantes de la Hacienda por su elegante y altiva estampa entrando a las caballerizas al lomo de un corcel, con vestimenta clara y tocado su cabeza con sombrero de paja.
Los campos de algodón y tabacales ya no están.
En su lugar hay ahora una piscina rodeada de verde césped, hamacas, sombrillas, mesas y veladores y hasta un comedor en una terraza bajo toldo, donde se puede degustar un sabroso menú criollo.
Los dueños actuales de la Hacienda, de origen español, la han acondicionado como Parador Turístico y ofrece además para los visitantes habitaciones con tres o cuatro camas, el cuarto de aseo, con alcachofas de ducha de enorme tamaño; canchas deportivas, calzadas para paseos a caballo y algún espectáculo folclórico, que ya te contaré.
Cuando se desciende por la escalera de cerámica roja que ascendía al porche, hay una explanada y a su derecha una Iglesia, de fachada barroca. Destaca un altar mayor tallado en madera fina de color oscuro, casi negro.
Está bajo la advocación de San José. Varias capillitas con imágenes policromadas en las que están colgadas cintas de colores, objetos de cera, exvotos y promesas tan coloristas como puedas imaginar.
En una de sus torres exteriores luce una antigua campana.
Su aspecto interior está algo descuidado y parece que no se celebra culto.
|
Día 8 de Agosto.
Hoy tenemos otro horario para estar contigo, tu madre tiene cita con su cardiólogo y no debe dejarlo dadas las circunstancias que está viviendo. Me han dicho que la noche la has pasado regular, inquieta, nerviosa… tú mejor que nadie lo sabes porque tu oncóloga ha hablado con vosotros y ha informado sobre el curso de tu enfermedad.
Tu ánimo lo tienes hundido y has estado llorando, tu psicólogo no te lo ha prohibido, al contrario, es bueno que lo hagas y te desahogues. No quieres que te veamos en ese estado y opto por salirme a la sala de espera y seguir “charlando” contigo de este modo que no te cansa escucharme.
Te sigo contando:
Al salir de la Iglesia, por la única puerta que tiene, a su derecha una casa de una sola planta en otro tiempo la vivienda del Médico, porque los señores, dueños de la Hacienda tenían todos los servicios necesarios pero no vivían dentro de ella.
Un pasillo largo y estrecho al fondo, pintada recuerdo muy verde, una puerta que conducía a las caballerizas.
Este pasillo separa la vivienda del Médico de la del Boticario (así se llama allí a los farmacéuticos).
En el largo pasillo había una ventana, no muy grade y a una altura suficiente para observar lo que por allí pasara y era, todas las mañanas un “gringo” montado a caballo que se dirigía hasta el final del pasillo para guardar el caballo.
En esta casa que estaba cerrada y sólo pudimos ver por fuera, vivieron durante unos años mis abuelos Abelardo y Dolores, tus bisabuelos con sus hijos; recordarás ahora una foto en la que ya no aparece la abuela JUANA, pero sí los otros cinco hijos rodeando a la abuela Dolores y que son: Juan, Abraham, Florencia, José y Teresa.
Todas estas cosas que yo te cuento ahora, en aquel viaje que te contaba antes habíamos hecho con los primos y tía Teresa, ella me recordaba evocando cada uno de los lugares en los que ella había vivido y nos lo contaba con tanta emoción y vehemencia que acabó afectando a su débil corazón y durante la comida sufrió un desvanecimiento cayendo su cabeza sobre el plato.
Puedes suponer el susto que nos dio a todos. La rápida atención de un médico alojado en la Hacienda y unas horas de reposo y descanso solucionó el problema.
En cuanto se mejoró la tía Teresa, todos nos animamos con ella, y por la noche, pudimos asistir a una fiesta “negroide” en el patio central de la casa que te habría encantado.
Dos chicos negros danzaban al ritmo del son de dos cajones de madera tocados por otros dos chicos morenos.
Las letras antiguas y de tono subido las recordaba la tía que se animó y canturreó con ellos.
Nunca olvidaré aquella noche a la que me hubiese gustado transportarme en tiempo real, el que seguramente a los abuelos y sus hijos les sería cotidiano.
- Cuando fuisteis vosotros a Perú, ¿tuvisteis la ocasión de visitar estos sitios?
– No me lo has contado, pero si tienes ocasión de ir otra vez, no dejes de ir a conocerlo.
Te alegrarás.
- No sé si te canso con mi “conversación”, procuro que no. Ahora vamos a descansar las dos. Deseo que pases la tarde mejor que la mañana.
¡SUERTE Y ÁNIMO JUANA MARI!
Día 9 de Agosto.
¡Hola Juana Mari! – Estamos tu madre y yo frente a tu cama con el número 6107, hemos relevado en el turno a tu hermana y Carlos, y tu hermano Fran, como es sábado hemos cambiado el turno para que no te aburras de vernos.
Nos dicen que has dormido bien y que la mañana también ha sido más tranquila que otras, y esto nos alegra a tu madre y a mí.
Sé que mi “conversación” tan particular contigo no te cansa, es más si me escucharas tú me contarías cosas y nos reiríamos juntas, pero bueno es así y así es.
Te contaba ayer lo de la fiesta negroide que se celebró en el patio central de la Hacienda.
Ese viaje, primero que hice a Lima íbamos la “tita” Tere y yo. Esa noche, la “tita” (como tú dices), se había acostado temprano y se perdió ese espectáculo, que aunque luego se lo contábamos, no podía hacerse una idea de lo que había sido.
Creo que todavía se estará lamentado por habérselo perdido.
- La música negra llegó a Perú con los esclavos que trabajaban en sus minas y Haciendas. El ritmo y sus instrumentos de percusión fueron el origen de la danza afro-peruana llamaba “zamba”, en la que se mezclan ritmos lentos con movimientos convulsos.
De ésta danza se derivó luego la “zamacueca” que en el siglo XVIII dio origen al “zango” y más tarde a la “marinera” convirtiéndose este baile en el más representativo de la costa peruana.
Sin embargo, el baile afro-chinchano fue el “alcatraz”, propio de los negros que recogían el guano en las islas de CHINCHA.
Una negra y un negro muy jóvenes son los danzantes. Primero baila ella de una forma provocadora y coquetea con él que le persigue con un cabo de vela encendida con el que pretende encender una mecha corta que lleva prendida en la parte trasera de su falda. Si ella se contonea bien con las caderas, él no atinará a encender la mecha.
El movimiento es cada vez más frenético y todo acompañado por el ritmo y son de un cajón.
Es un baile lleno de gracia y movimiento.
Estos bailes y tradiciones tuve la suerte de verlos y comprobar en los sucesivos viajes que he hecho a ese país como sé que tú has conocido algo en la sala espectáculo “Brisas del Titicaca”, al que nos han llevado los primos.
Recuerdo ahora, que en el primer viaje, nos preparó tía Teresa en su casa una “carapulcra”, plato típico hecho con carne de gallo y otros muchos condimentos que ella preparó dedicándole mucho tiempo, el que requiere para su elaboración y sobre todo con muchísimo cariño
Pareja de baile negroide
Sólo las primas mayores estuvimos en esta comida, y pudimos conocer la humilde casa de la tía que perteneció antes a tío Abraham y en la que actualmente vive Teresita con su hijo Guillermo.
Ya ves que mis recuerdos se entrelazan unos con otros cuando te “hablo”.
También en este viaje tuvimos la ocasión de visitar el Cementerio de CHINCHA donde descansan tus bisabuelos y mis abuelos Abelardo y Dolores.
Un cementerio achicharrado por el sol y cubiertas sus tumbas de flores secas y recuerdos olvidados.
Rezamos una fervorosa oración pidiéndole su protección para toda la familia.
A la salida, en su puerta, algunas mujerzucas ataviadas con sus poyeras y sombreros coloridos, acompañadas por sus mocosos niños, vendían estampas, rosarios y alguna mendigaba una limosna.
Visitamos también la Iglesia Parroquial situada en la Plaza de Armas, bajo la advocación de la Virgen del Carmen. En su fachada hay una interesante portada de estilo barroco.
Su interior es amplio y luminoso. A la derecha del Altar Mayor una Capilla con un gran cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro, de la que la abuela Juana siempre fue muy devota. En esta Capilla se casaron tu abuela Juana con tu abuelo Félix, (mis padres) el día 26 de Marzo de 1927.
Tú sigues dormida descansando tranquila, alguna que otra vez te remueves y aprovechamos para darte el alimento energético que es esencial para que tomes la fuerza necesaria para seguir este camino, esta escalada difícil en la que esta vez te has empeñado.
Aprovecharé este tiempo para seguir contándote.
El boticario Abelardo Orellana con su familia, vivieron en la Hacienda San José sólo unos años. Esos años en los que el cultivo del algodón y del tabaco constituían un rito, un trabajo, una diversión. Con el auge de la revolución industrial después de la Primera Guerra Mundial, también llegó a Lima el progreso. Para la ayuda de la producción y la recolección de sus cosechas se instalaron en la hacienda San José, maquinarias de nueva tecnología que venían de Francia y que sólo técnicos cualificados podían instalar y cuidar para su mantenimiento.
Se conservan como sabes documentos de contratos de trabajo, primero en Lima y después en CHINCHA a nombre del abuelo Félix. Su cualificación le permitió este cambio tan radical de destino e instalarse en CHINCHA y comenzar una nueva vida.
Este caballero español al que todos llamarían “gringo”, entraría cada
mañana a la Hacienda cruzando su portón a lomos de un caballo, vestido con impecable terno blanco tocado con su sombrero de paja del mismo tono y que dejaría embobadas a las hijas de boticario y en especial a Juanita.
Por las fotos que conservamos y tú has conocido a ese “gringo español”, que no sé si lo recuerdas; yo lo recuerdo hasta casi el último año de su muerte en noviembre del 72, como un señor alto, bien parecido de
pelo ya cano, grandes ojos entre marrones y verdosos, con la piel blanca, todavía con buen porte y elegancia.
Esto, sin duda, sería lo que más llamaría la atención de los chinchanos. Pero el “gringo”, no había venido sólo de París, se había traído a una mujer parisina con la que convivía, este hecho llamaba mucho más la atención en una sociedad pacata y mojigata de aquellos años en Perú y en general en toda Sudamérica.
El “gringo” que además de ser guapo y apuesto, tenía buena labia y un mundo lleno de fantasía que dejaba encandiladas a mayores y jóvenes con sus historias de España y de Francia casi siempre de conquistas y fanfarronadas producto de su imaginación mezclada con alguna que otra verdad, su forma de hablar (la nuestra), que sabes a ellos les llama la atención cuando ellos hablan un castellano más correcto que el nuestro.
Debía ser el mantenedor de fiestas y saraos de todos que se lo
disputaban.
El “gringo” se había fijado en Juanita, la hija mayor del boticario.
El abuelo Abelardo había procurado para su hija mayor, una formación y educación digna de una señorita de su época, con grandes creencias religiosas. Estudió para maestra y sus primeros alumnos cuando acabó sus estudios muy joven aún, fueron los hijos de los esclavos que vivían en pabellones alejados de la Hacienda de los señores. Don Abelardo, el boticario, se sentía satisfecho de la entrega y dedicación de su hija, mientras él atendía a los señores hacendados, familiares y sirvientes o esclavos con pócimas que entonces se preparaban en las boticas para aliviar cualquier dolencia.
La abuela Juanita, era una jovencita de ojos negros y profundos, boca más bien pequeña, su pelo negro levemente ondulado. Recuerdo ahora un foto que tenemos de ella donde aparece apoyada en una silla y tocada con un velo, arreglada como para asistir a Misa. Su figura estilizada, sus manos más pequeñas que grandes, diría que acarician la silla más que apoyarse en ella, pero sobre todo su mirada inocente de esa casi niña llena de ilusiones, fantasías, quizás enamorada ya, pues tiene fecha de 1925, pensativa y responsabilizada por su condición de ser la mayor de los seis hermanos. Sobre la silla un jarrón con un ramo de azucenas y flores blancas, símbolo inequívoco de la inocencia y la pureza. Tenía la abuela 19 años.
El “gringo” Félix se sentía cada vez más atraído por la “cholita” peruana de negros ojos y lindo corazón.
Algo debió de indicarle a Félix Don Abelardo porque al poco tiempo mandó a la francesa a su París y el siguió en CHINCHA desempeñando su trabajo e iba y venía a la Hacienda San José y creo que a algo más que a revisar la maquinaria. Juanita se debió sentir liberada al saber que la parisina había desaparecido y que su padre así consentiría que pudiese entrar en su casa para practicar charlas entre ellos que era una de las condiciones que había puesto para que las visitas continuaran.
Poco puedo contarte de esas vivencias que sin duda tendrían de enamorados, porque la tía Teresa, su hermana pequeña con bastante diferencia de años, me comentaba que como entonces se hacía, su misión era no dejarlos solos.
A tío Juan, hermano de la abuela, llegué a conocer porque vino a España con su esposa María Samander en el año 1967. Su entrañable ternura, su profunda emoción, su riquísimo verbo nos conmovió a todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. Nos contaba que su hermana Juanita era un ángel y que su amor por el “gringo” había sido para sus padres la alegría y la muerte.
- ¿Te acuerdas tú de tío Juan y tía María? –
Eras muy pequeña, unos cuatros años y no sé si tienes memoria de tan emocionante acontecimiento.
La abuela Juanita, año 1905
Venir de América a España ya era complicado hacerlo en los sesenta, así que imagínate lo que debió ser en el año 1927.
Tío Juan y tía María, que llegaron a Madrid donde en primera instancia se le hizo el recibimiento familiar por parte de los que entonces vivíamos
en Madrid, tus padres, la tía Lolita, algunos que se desplazaban desde Albacete y mi ex e hijos, nos volcamos con ellos.
Más tarde viajaron y recorrieron a todos los lugares donde había familia, en ese año que todavía vivía el abuelo Félix, mi padre, por ese motivo fue aún más emocionante el encuentro con él después de tantos años y acontecimientos. La visita a Beas, para visitar la tumba de la abuela, su hermana, nos encogió a todos el
corazón.
Tío Juan y tía María fueron los padres de Jorge (Patuco), Carmen Rosa (Cama) y Delia (Delia – Cars le sigo llamando yo, aunque me parece más todo – terreno).
A éstos sí que los has conocido y disfrutado, porque conocerlos, estar con ellos es aprender, sentirse cercano aún no habiéndose conocido hasta ahora y sentir el calor de la misma sangre.
Me contabas, que cuando estuviste allí te hicieron, como hacen siempre que vamos alguien de España, hablar en público en alguna de sus
numerosas reuniones que organizan y te emocionaste al hacerlo, porque allí, los que no los conocen en persona no entienden que juntarse a almorzar, cenar o un simple “piqueo”, no es sólo el “traguito”, el “pizcosawer”, el “roncito”, esto es el adobo, el aderezo de la cantidad de sentimientos que ellos nos transmiten.
Día 10 de Agosto
Queridísima Juana Mari:
Llevamos ya varias horas contigo, esta mañana tu madre y yo, también estaba Paco que se turna con tu hermana para acompañarte. Es domingo y como hay menos movimiento nos dejaron entrar antes del horario autorizado, que a veces nos hacen cumplir demasiado rigurosamente porque no creo que el que viene a estos sitios lo haga por diversión, preferiría verte en cualquier otro sitio y a cualquier hora.
La noche ha sido regular pero te he encontrado más serena y sobre todo tu mirada, cuando aparece tu madre se ilumina. ¡Qué maravilloso el lenguaje de la mirada con la madre! ¿verdad?.
Hace un ratito que has comido bastante bien, te habían puesto un calmante para que estuvieses más tranquila. He aprovechado esta circunstancia para decirte que me voy a marchar unos días para dar una vuelta a mi casa y estar con Juan y Fernando, mis nietos, antes que mi hijo Juan termine sus vacaciones y como dice la letra de una canción – “aunque ves que me vaya, no me he ido” - seguiré “conversando” de esta forma tan especial y seguiré contándote lo que pueda y sepa de los nuestros.
¡SUERTE Y UN BESO, JUANA MAR I! |
|
|
|